02 Nov ‘Café Society’: El arte de hacer FRESHWORKING
El protagonista de la última película de Allen demuestra que aunque la familia ayuda, hacerse un sitio en la vida depende de uno mismo.
Bobby -Jesse Eisenberg- no quiere ser joyero como su padre ni tampoco le atrae el ‘mundo de los negocios’ en el que
anda metido su hermano Ben -Corey Stoll-. Él lo que quiere es trabajar en Hollywood como su tío Phil Stern -Steve
Carell-, productor y agente cinematográfico en los maravillosos años 30, la época dorada del cine en la que brillaron los grandes estudios, los actores más glamurosos y los locales de Jazz. Así nos introduce Woody Allen en Café Society, su última película en la que no falta las referencias a la religión judía, la ironía, el sarcasmo y… Nueva York.
Mucho ha cambiado el mundo del cine y la sociedad desde entonces, pero la dificultad de los jóvenes para abrirse camino en la vida es inmutable. El talante y las ganas de Bobby por dejar a atrás su vida con papá y mamá y encontrar un empleo es el mismo que el de cualquier universitario de nuestros días. Sin embargo, el protagonista de Café Society carece de estudios y del empuje que se le presupone al joven que persigue un objetivo. Conformista y muy convencional, confía en su tío Phil, un magnate de la industria cinematográfica, para que le ponga en contacto con toda la farándula de aquella época que llenaba las fiestas que se celebraban en las mansiones de Beverly Hills. En un principio las cosas no van a la velocidad que él esperaba, pero no por ello abandona su empeño. La paciencia y la espera son sus virtudes, algo que detecta Phil, que en ningún momento se siente abrumado por el joven, simplemente se lo quita de en medio cuando su insistencia silenciosa es más que evidente.
‘Personal branding’
Lo que en principio puede ser interpretado por el espectador como conformismo, luego muta en una estrategia que poco a poco, va dando sus frutos. La ingenuidad de Bobby deslumbra a los amigos de Phil, que derrochan la superficialidad típica de aquellos que no tienen que preocuparse por el dinero. Él sí que sabe jugar sus cartas. Convierte la amistad y la conversación facilona con unos y otros en una vía para hacerse con una buena cartera de contactos que, llegado el momento, le permitirá cumplir algunos de sus sueños.
Bobby es un artista del freshworking. Se pasea por un mundo que desconoce y al final se mueve como pez en el agua. Simplemente se deja llevar por los acontecimientos, aunque, llegado el momento toma una decisión que cambiará por completo su vida personal y profesional. También ahí logra sacar partido de su red de contactos, es su trampolín para llevar una vida alejada de sus aspiraciones interpretativas en pantalla, pero sin perder vista esa farándula que le deslumbró y que ahora observa con cierto recelo.
A años luz de Twitter, Facebook o LinkedIn, Café Society confirma que hacer amigos o contactos hace tiempo que está inventado. Bobby no necesitó ninguna de esas herramientas para alcanzar su sueño.
Existe otro factor muy importante que deberían anotar los profesionales más ambiciosos, júnior o sénior. Trabajar en determinado lugar puede dar cierta relevancia, pero la marca depende de uno mismo. Muchos profesionales olvidan que su networking puede desaparecer de un plumazo si no lo cultivan más allá de los límites de su trabajo o de su empresa. Hacerse una marca, como en el caso de Bobby, depende de uno mismo, de la paciencia, de la humildad y de cierta dosis de ambición sana por una carrera profesional sin sobresaltos, sabiendo soltar lastre cuando sea necesario y afianzándose en lo que merece la pena… aún con nostalgia en lo que pudo ser.